Hace ya bastantes años en la Ciudad de México, en 1985 para ser
exactos, se registró un fuerte sismo de alta magnitud que causo daños como nunca
se habían registrado en el Distrito Federal. De diferentes países del mundo
entero se envió ayuda: víveres, personal calificado para rescate en desastres
naturales, donaciones en efectivo, maquinaria y una larga lista. En esos
momentos se teorizaba con la posibilidad de que los ductos de agua potable del
sistema de aguas se habrían fracturado junto con los de drenaje de aguas negras
y se habían mezclado. Esto suponía un riesgo bastante alto para la población
pues el consumo de esta agua posiblemente contaminada en extremo haría crecer
la cantidad de víctimas sobrevivientes por infección gastrointestinal.
Se puede entender, entonces que, dentro de los víveres de mayor
importancia se encontraba el agua purificada y embotellada. Este fenómeno natural
marco el inicio de la cultura del agua embotellada en México. Desde entonces,
el agua embotellada, principalmente en garrafones, se convirtió en un producto
de consumo de primera necesidad.
Al paso del tiempo la Ciudad se fue recuperando poco a poco, no así la
confianza de la población en las fuentes de agua suministradas por los organismos
encargados de su abastecimiento. Entre los mexicanos siempre ha existido esa
corazonada de que el agua que se surte a través del sistema de aguas tiene una pésima
calidad. No hace falta ser experto en
aguas para darse cuenta que a la fecha existen zonas bien específicas de nuestro
país donde el agua llega con alto contenido de partículas en suspensión que le
dan un color parduzco, que también hay lugares donde el agua forma costras
blanquecinas en las tuberías de nuestras casas por un alto contenido de dureza
y otros puntos donde el agua es a todas luces cero potable.
En una ocasión, como estudiante de nivel medio superior, mi profesor
de biología nos dejó una tarea: recolectar de un charco con agua estancado por
varios días una cierta cantidad. Por la mañana, el día indicado para llevar la
muestra, recordé que no había ubicado ni colectado el agua necesaria para la
tarea así que la tome directamente del grifo de agua, finalmente el color y
olor eran casi los mismos. En el laboratorio y bajo el microscopio puede ver por
primera vez en mi vida, totalmente sorprendida, muchas partículas y dentro de
ellas la fauna del agua. Muchos microorganismos que seguramente eran bacterias
y/o amebas, no virus por la resolución del microscopio, esos si al parecer todos
muertos, sin movimiento, y digo al parecer porque solo puede observar una
pequeña muestra. Descubrí que eso es lo que podríamos tomar como agua potable.
Hay Ciudades como San Francisco en USA donde hace poco tiempo se ha
prohibido la venta de agua embotellada, obviamente en nuestro país y en muchos
otros de América Latina esto sería impensable nuestro sistema de aguas no se
acerca ni ínfimamente al que posee esa gran Ciudad y si añadimos que hace años
que no se invierte ni en tecnología ni infraestructura para mejorar la situación
la realidad es que no se ve por donde las cosas en este tema pudieran cambiar.
Por esta razón, por nuestra salud que debería ser
uno de los bienes más preciados por cada uno de nosotros es que nos vemos en la
necesidad de adquirir agua embotellada o un equipo para purificar agua.